Cuando me dijeron que habían atracado el banco en seguida supe quién había sido. Se había comportado de forma extraña aquellos días y no era raro pensar que tramaba algo, aunque la policía ni siquiera llegase a sospechar de ella.
Por supuesto que la ‘lista de los cuatro’ estaba incompleta, o, cuando menos, injustamente considerada. Sólo cuatro personas -me decía el detective Barrow- han podido organizar este atraco; Edward Cramer, el director del banco; Cristine Harlow, jefa de personal; usted misma, señorita Wilson; y Joe O'Harlay. Y sólo el señor Cramer está fuera de sospecha. Así que, ¿tiene algo que alegar en su defensa?
Mike era un policía encantador, pero no había quién lo soportase cuando se ponía en plan de película americana.
— No estoy de acuerdo con esa lista —le dije— y, como usted sabrá, todo el mundo es inocente mientras no se demuestre lo contrario.
Y lo contrario nunca se demostró.
Un buen día nos reunieron a los tres sospechosos y nos interrogaron, muy amablemente, eso sí, pero sin rodeos.
En primer lugar, Joe lo único que sabía era lo que yo misma le había comentado la tarde anterior al robo. Tal y como lo había dispuesto el señor Cramer, el dinero quedaba un instante sin vigilancia, mientras se abría la caja y se protegía el furgón hasta que se fuese. Me extrañó mucho, pero no tuvo más importancia que yo me preocupara por eso.
Tom y Dick habían visto constantemente a Joe, y así lo declararon los dos guardias; Criss se había tenido que ir, como muchas otras veces, cosa que exasperaba a Edward, a Swords a cuidar de su anciana madre que sufría una grave enfermedad, varios familiares podían corroborarlo. Respecto a mí, habían bastantes dudas.
(...continuará...)
Pamela Wilson
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