miércoles, 10 de diciembre de 2008

Lo sospechosos no viajan a Suiza (4)

4

Realmente Marie y yo nos reunimos una tercera vez, fue el jueves anterior al robo cuando vino por la noche a mi propia casa. Lástima que ahora esté ya detenida y en espera de un juicio que seguramente le supondrá unos cuantos años entre rejas.

Me gustaba mucho esa viejecita, siempre lo planeaba todo tan bien. Para observar un banco por dentro aparecía con cualquier excusa. Trabó amistad con dos empleadas sólo por conseguir información del banco, y, como toque maestro de su plan perfecto, llegó a conseguir que el propio director del banco fuese cómplice del atraco.

Así se cree que fue su primer gran atraco, hará unos veinte años. Y así fue como atracó su último banco. Todo lo dispuso de la misma forma sólo que un detalle le salió mal.

Ninguna de las dos veces que se presentó en el banco, pidiendo una entrevista privada conmigo tenía la intención de hablarme de su hijo y Pam, todo ese teatro lo hizo para dar a la gente de qué hablar. Venía para presentarme su plan, no se cómo se las ingenió para saber que yo aceptaría, pero el caso es que apareció por allí con mapas y esquemas ya preparados y con bastantes cosas de que hablar.

Yo nada le debía a la vida, ya que todo cuanto me había dado había terminado quitándomelo, así que en cuanto vi la oportunidad que se me estaba presentando decidí no desaprovecharla.

Ni en el banco ni en todo Dublín había nadie que me respetase de verdad, y si a alguien le importaba era por miedo a perder su empleo. Aquí en Suiza no me prejuzgan ni se interesan por mi pasado, ahora tengo dinero y me respetan. Y aunque para conseguirlo tuviese que irme con el dinero del banco, dejando a Marie en la estacada, no me arrepiento de ello. Se merece estar en la cárcel.

Edward Cramer


- FIN -

sábado, 6 de diciembre de 2008

Los sospechosos no viajan a Suiza (3 d)

3 d

Llego por fin al capítulo de los famosos rumores. Ante todo he de decir que no ha sido todo más que una fatal y sobre todo trivial coincidencia. Fueron solamente tres las noches que estuvo la luz de mi cuarto encendida hasta altas horas de la madrugada, y una de ellas fue debida a un simple descuido. Son las otras dos las que sí tienen importancia.

La primera noche fue, naturalmente, a Joe a quien invité a cenar. Si sirve de algo anotaré que pasamos una velada muy agradable, a pesar de lo que puedan decir las malas lenguas, sin hacer nada de lo que nos podamos nunca arrepentir.

Marie fue la que me visitó el otro viernes, venía a pedirme que dejase a Joe, qué curiosa resultó aquella noche, Marie y yo nos congraciamos y hablamos mucho, casi diría que lo hablamos todo. La señora O'Harlay tiene una risa muy especial, sincera y agradable, creo que es lo único sincero y agradable que tiene.

Nunca me ha gustado que nadie fuese a la cárcel, aunque lo mereciese. Quizá nunca he sido capaz de comprender cómo alguien puede hacer algo voluntariamente por lo que pueda terminar entre rejas. Y cuando quien va a cárcel es alguien a quien conozco me resulta más inexplicable todavía. Así que, aun con todas las pruebas a favor, ni a la persona más despreciable dejaría que metiesen en la cárcel.

Pamela Wilson

martes, 2 de diciembre de 2008

Los sospechosos no viajan a Suiza (3 c)

3 c

Respecto a Joe, no tengo nada que decir, los motivos por los que Joe y yo comenzamos a vernos no son de la incumbencia de nadie ni tienen importancia para este caso. Por tanto, es únicamente de su familia de quien voy a hablar. A pesar de que Joe se negara a que yo los conociera, me las ingenié para visitarlos y no me arrepiento de ello. Su padre era un hombre encantador, o al menos lo había sido alguna vez, ahora su carácter estaba totalmente arruinado por la bebida, y a veces se irritaba mucho y llegaba a pegar a Marie, su mujer. Afortunadamente para ella era muy de vez en cuando, y sólo cuando tenía motivos para hacerlo, por ejemplo, cuando descubrió que había sido la propia Marie quien había inventado el pernicioso rumor de que Bud y yo nos veíamos -no tardaré en hablar de todo eso- llegó a su casa hecho una furia y sacudió a Marie de forma brutal. Esto sucedió, precisamente, dos días antes del robo.

Marie O'Harlay, sin embargo, no era ni lo había sido nada encantadora. Si se le notaba que era vieja era por las arrugas y por los chismes y mentiras que era capaz de inventar, y de hecho los inventaba. Pero no lo hacía por diversión sino que siempre tenía un objetivo, siempre había algo que quería conseguir a costa de lo que fuese.

Había sido una de las mejores carteristas de los barrios bajos, y es muy posible que pudiese competir todavía con ellos, sus dedos seguían ágiles, y aún conservaba una rapidez y una serenidad que parecían provenir de sus tiempos fuera de la ley. Había hecho de todo, estafado, timado, robado, atracado y muchas más cosas que no llego ni a sospechar. Tenía también alguna que otra neurosis obsesiva respecto a su hijo, creía que yo se lo iba a robar o algo por el estilo. Una individua muy peculiar la señora O'Harlay.

(...continuará...)

Pamela Wilson

viernes, 28 de noviembre de 2008

Los sospechosos no viajan a Suiza (3 b)

3 b

Edward era bastante irascible y no dejaba de inculpar a Joe en el robo, aunque no hubiesen pruebas contra él, pero para el pobre señor Cramer, el mundo era sólo tal y como él lo veía tras sus anteojos. Mucha gente llegaba a despreciarlo por su carácter agresivo y dominante, pero nadie se preocupaba por conocerlo. Realmente no era fácil, pero se podía descubrir en él un gran corazón bajo el caparazón del autoritarismo. Todo lo causó un accidente de tráfico; varios años atrás, su esposa y sus cuatro hijos murieron al despeñarse el autobús en el que viajaban. El señor Cramer quedó muy afectado y llegó a estar internado en un hospital psiquiátrico durante un mes. Desde entonces tuvo que enfrentarse con todas su fuerzas contra la vida, que todo se lo había quitado, y que ninguna ilusión le ofrecía.

Criss y yo éramos las únicas personas que conocíamos todo esto y Edward casi nos despreciaba por ello. Aunque sabíamos que nada podíamos reprocharle. Era Criss quien más tiempo llevaba trabajando en el banco, y la que más confianzas se permitía con el señor Cramer. Sus no asistencias al trabajo no eran tan numerosas como Edward creía, y estaban sobradamente justificadas, al menos en mi opinión, pero Cramer pensaba de otro modo.

(...continuará...)

Pamela Wilson

lunes, 24 de noviembre de 2008

Los sospechosos no viajan a Suiza (3 a)

3 a

Cuando me dijeron que habían atracado el banco en seguida supe quién había sido. Se había comportado de forma extraña aquellos días y no era raro pensar que tramaba algo, aunque la policía ni siquiera llegase a sospechar de ella.

Por supuesto que la ‘lista de los cuatro’ estaba incompleta, o, cuando menos, injustamente considerada. Sólo cuatro personas -me decía el detective Barrow- han podido organizar este atraco; Edward Cramer, el director del banco; Cristine Harlow, jefa de personal; usted misma, señorita Wilson; y Joe O'Harlay. Y sólo el señor Cramer está fuera de sospecha. Así que, ¿tiene algo que alegar en su defensa?

Mike era un policía encantador, pero no había quién lo soportase cuando se ponía en plan de película americana.

— No estoy de acuerdo con esa lista —le dije— y, como usted sabrá, todo el mundo es inocente mientras no se demuestre lo contrario.

Y lo contrario nunca se demostró.

Un buen día nos reunieron a los tres sospechosos y nos interrogaron, muy amablemente, eso sí, pero sin rodeos.

En primer lugar, Joe lo único que sabía era lo que yo misma le había comentado la tarde anterior al robo. Tal y como lo había dispuesto el señor Cramer, el dinero quedaba un instante sin vigilancia, mientras se abría la caja y se protegía el furgón hasta que se fuese. Me extrañó mucho, pero no tuvo más importancia que yo me preocupara por eso.

Tom y Dick habían visto constantemente a Joe, y así lo declararon los dos guardias; Criss se había tenido que ir, como muchas otras veces, cosa que exasperaba a Edward, a Swords a cuidar de su anciana madre que sufría una grave enfermedad, varios familiares podían corroborarlo. Respecto a mí, habían bastantes dudas.

(...continuará...)

Pamela Wilson

jueves, 20 de noviembre de 2008

Los sospechosos no viajan a Suiza (2 c)

2 c

Respecto a los rumores no tengo nada que decir, mi padre no tenía nada que ver con Pam y quién la visitaba todos los viernes por la noche, nunca quiso decírmelo, aunque creo sospechar quién era. Pam sólo tropezó con Bud una vez, en aquel pub de los barrios bajos, mientras esperaba a que terminase de reparar la caldera. El dueño del pub era un gran amigo mío, y como yo tenía bastante experiencia en fontanería gracias a mi padre, me pidió que le echase un vistazo a las tuberías. Cuando salí, como teníamos prisa, tuve que llevarme a Pam del brazo, realmente me sentía avergonzado de mi padre, borracho, con una jarra de cerveza en cada mano y un aliento capaz de tumbar a un elefante, yo había insistido en que Pam no debía ir a aquel pub, pero ella insistió en esperarme allí. Aunque no tuvo mayor importancia el incidente.

Mi madre tampoco era motivo de orgullo para mí, en sus tiempos había sido delincuente juvenil, y había pasado por mil y una fechorías hasta encontrar al que sería mi padre en quién sabe qué sitio. Era una vieja quisquillosa y chismosa y no dejaba de meterse conmigo y con Pam.

Yo no quería que Pam conociese a mi familia, pero eso no fue posible, si Pam tenía alguna debilidad, esa era la gente, le encantaba relacionarse con cualquier persona que encontrase, era muy abierta y comunicativa, además de bastante alegre. Fue un día a visitar a mi madre y estuvo hablando con ella largo y tendido. Nunca se llevaron muy bien ya que a mi madre le obsesionaba la idea de perderme, siempre tenía fantasmas y manías rondándole por la cabeza.

No tuve más remedio que dejar de visitarla y vivir mi vida sin que ella se entrometiese, aunque fue casi imposible, llegó incluso a aparecer en el banco para hablar con el señor Cramer sin que ninguno de los dos me dijese qué pasaba.

Joe O'Harlay

domingo, 16 de noviembre de 2008

Los sospechosos no viajan a Suiza (2 b)

(Seguimos con esta historia que ya tiene sus añitos. Espero que os guste.)

2 b

Aparte de conocer a Pam, lo único que no me gustaría olvidar de todo cuanto ha pasado en el banco es el robo. Todo lo que ha sucedido en los dominios del señor Cramer ha sido extraño, pero aquella tarde del viernes lo fue aún más.

Pam no hacía mucho que se había ido a su casa, como solían hacer algunos las tardes de los viernes, y sólo quedábamos unos pocos terminando lo que hubiese que terminar y los guardias de seguridad. En aquel momento deberían estar terminando de descargar el furgón cuando sonó de pronto la alarma. Corrimos hacia la puerta de atrás y cuando llegué yo, Tom ya la cerraba.

— El furgón ya no está aquí —me dijo—, han descargado y se han ido sin novedad hace un rato.

La alarma sin embargo seguía sonando y parecía haber sido accionada desde otro sitio. Tom y el otro guardia registraron todo el banco y aun el sótano y la cámara, y sólo encontraron al señor Cramer, hecho una furia preguntando qué sucedía que dónde estaba el dinero y por qué no hacían nada para encontrarlo. Cuando nos dimos cuenta de qué sucedía, el dinero ya había desaparecido, y al señor Cramer, qué lástima, casi le había dado un infarto, decía no sé qué de haber vigilado el furgón y otras sandeces que nadie tomó en cuenta.

Pocos días después‚s apareció un policía muy simpático, Mike Barrow creo que era su nombre, e hizo preguntas a todo el mundo dispuesto a solucionar el misterio. El personal del banco le prestó todo su apoyo, excepto, por supuesto, el director, que se mostró bastante esquivo con ‚l.

Cuando sospecharon de mí por segunda vez, llegaron incluso a llevarme a comisaría e interrogarme, pero yo no había hecho nada malo, y de nada podían acusarme, así que no tardé en volver a mi casa, aunque nunca dejaron de sospechar de mí por culpa del maldito señor Cramer.

(...continuará...)

Joe O'Harlay

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Los sospechosos no viajan a Suiza (2 a)

(Seguimos con esta historia que ya tiene sus añitos. Espero que os guste.)

2 a

Sólo cuatro personas en aquel banco pudieron haber robado el dinero; Pam Wilson, encargada de las transacciones comerciales con el extranjero; el propio director del banco, el señor Cramer, un tipo excéntrico, de edad madura, calvo y grueso, que siempre tenía interpretaciones matemáticas para todo, hasta llegar a exasperar a todos los empleados, aunque claro, era el director y nadie escatimaba loas y alabanzas al gran dios griego, realmente era un tipo despreciable, sólo veía aquello que él quería ver, y las cosas eran siempre como él las interpretaba, aun si la interpretación fuera estúpida. La señorita Cristine Harlow la jefa de personal, estaba ya harta de sus constantes refranes y ‘verdades de libro viejo’ como ella las llamaba. Criss era pelirroja y muy guapa, y aunque tenía un carácter algo arisco, todos los del banco la apreciábamos mucho porque sabíamos que guardaba un corazón de oro, por cierto, ella era otra de las personas que tenía posibilidad de robar el dinero aquel viernes.

La cuarta persona era yo, aunque nadie sospechaba de mí hasta que metí la pata en uno de los interrogatorios y se descubrió que yo sabía más de lo que debería. Tampoco era mucho, sólo lo que Pam me había contado acerca de la llegada del furgón y del lapso de tiempo en que quedaba el dinero fuera de vigilancia, sólo un instante, pero suficiente como para que se armase todo lo que se armó.

De todos modos no tardé en quedar fuera de sospecha, ya que al menos dos de los guardias de seguridad, creo que fueron Tom y aquel del que nunca recuerdo el nombre, me vieron cuando sonó la alarma, que más que ayudar sólo consiguió confundirnos, y así se lo declararon a la policía. Sin embargo, El señor Cramer consiguió que me volviesen a creer sospechoso con sus influencias y todo su poder burocrático, ese hombre debería estar al menos en un sanatorio.

Siempre que sucedía algo en el banco, me lo achacaba a mí, yo era el que lo hacía todo mal, el que siempre se equivocaba y no daba ninguna a derechas, y por supuesto no había forma de defenderse contra estas acusaciones ante él, se creía dueño de la verdad absoluta, incluso por encima de la verdad misma.

Yo creo que me envidiaba porque Pam se fijó en mí y no en él, cuando empecé a salir con ella, noté que Cramer se indignaba por cualquier detalle sin importancia. Y a medida que pasaba el tiempo, y Pam y yo nos entendíamos cada vez mejor, Edward llegó a aborrecerme, e incluso a odiarme. Yo sabía que quería despedirme, y que aprovecharía cualquier excusa para hacerlo, aunque realmente ya tenía yo ganas de alejarme del señor Cramer y de todo lo que él dominase.

(...continuará...)

Joe O'Harlay

lunes, 10 de noviembre de 2008

bajamos el ritmo... pero seguimos en la brecha

Quien mucho abarca poco aprieta...
Así que, como ha quedado claro en las últimas semanas, voy a bajar el ritmo de actualizaciones de este blog. Pero no lo voy a abandonar, porque, simplemente, necesito seguir practicando, seguir aprendiendo, seguir manifestándome a través de la magia de las palabras... La uva está hecha de vino y los seres humanos estamos hechos de palabras.

viernes, 10 de octubre de 2008

¡Enviado!

Hoy 10 de octubre he enviado a la editorial SM mi aportación para el concurso de "El barco de Vapor".
Nada más enviar mi novela en seguida me he puesto a pensar que no estaba todavía lista, que necesita más revisiones (y llevo cinco)... Pero formaba parte de un reto personal, y nada ha terminado aquí. Sigo escribiendo, sigo en camino...

viernes, 3 de octubre de 2008

Los sospechosos no viajan a Suiza (1)

(Hace muchos años, cuanto comenzaba en esto de la escritura, se me ocurrió experimentar con una historia en la que no hubiese un narrador imparcial, sino que se basase en testimonios que, quién sabe, pueden no decir siempre la verdad. Algún día explicaré de dónde me vino la idea, pero ahora aquí va el primer fragmento de "Los sospechosos no viajan a Suiza")

1
Joe no podía haber sido el ladrón, él nunca tuvo ninguna idea brillante, y la gente decía que era incompetente. No sé si será verdad, pero lo cierto era que se había enamorado de Pam, y podría haber hecho cualquier cosa sólo con que ella se lo insinuase; jugarretas del corazón.
La madre de Joe, por el contrario, tenía un especial sentido común. No dejaba de aconsejar a su hijo que dejase a Pam, pero la chica tenía una extraordinaria personalidad, y parecía controlar a Joe; sus movimientos e incluso, según alguien llegó a decir, sus pensamientos. El padre de Joe, Bud O'Harlay, sólo quería la vida para beber cerveza. Se oía decir que Bud y Pam se reunían todos los viernes por la noche en casa de ella, cuando Bud salía del taller mecánico donde trabajaba. Por supuesto que eso no era verdad, pero la gente oye, la gente dice...
Pam podía haber robado el banco, si eso hubiera sucedido, nadie en todo Dublín se hubiese sorprendido. Era una mujer arrolladora, alta y rubia, vestía y se enjoyaba bien, y era excepcionalmente fuerte de carácter. Podía endulzar sus ojos durante algún tiempo, si eso le hubiese servido para algo, pero terminaba mostrando su verdadera personalidad, aplastante, avariciosa en extremo y capaz de cualquier cosa para conseguir lo que se propusiese.
Tenía una carrera muy brillante, y fue eso lo que me escamó cuando vino a pedir trabajo al banco; con su historial podía aspirar a bastante más, aunque, dada la realidad y el desempleo, dejé de dudar de ella y la admití en las oficinas del banco, encargándose de las transacciones comerciales con el extranjero.
No tardó nada en apoderarse de todo el personal de la oficina; las mujeres la envidiaban sólo por su apariencia y de los hombres mejor no hablar. Hubo gran revuelo cuando se supo que había puesto sus azulados ojos en Joe, un simple cajero a punto de ser despedido por inepto.
La señora Marie O'Harlay, vino un día a hablar conmigo, muy misteriosa, la dejé pasar a mi despacho y me cantó las cuarenta acerca de su hijo y de Pam, y me exhortó a que interviniese. Yo le aseguré que no había nada que yo pudiese hacer y se fue poco después refunfuñando y diciendo que nos volveríamos a ver. Bellísima persona aquella viejecita, lástima que ahora... pero sigamos con Pam, que tiene mucho que enseñarnos todavía.
Yo comencé a sospechar de ella cuando empezó a salir con el zángano de Joe, por segunda vez, podía aspirar a más, pero ahora era exagerado, estaba tramando algo, y yo quería saber qué era. Descubrí entonces el jaleo que había armado con Bud; el pobre hombre, un borracho cincuentón de cuidado, tropezó con Pam en un pub de los barrios bajos. Según me han contado demostró interés por Bud en cuanto se enteró de que era el padre de su novio, pero lo que Pam no sabía era que Joe estaba en aquel momento trabajando en aquel pub, reparando la caldera o algo parecido. Cuando salió de allí y los vio charlando tan animadamente se indignó y, tomando a Pam por el brazo la hizo salir del local. Fuera tuvieron una discusión y parece que Joe no quedó muy bien parado.
No tardó en aparecer el rumor acerca de Pam según el cual se reunía todos los viernes por la noche con alguien en la habitación alquilada donde vivía y tenían la luz encendida hasta al menos las tres de la noche, aunque yo sabía quién era su acompañante y, por supuesto, no era Bud como se creía.
La última vez que vi a la madre de Joe antes del robo fue una semana después de que comenzase aquel rumor. Vino, como la otra vez, muy nerviosa, y me pidió que charlásemos en privado. Una vez en mi despacho me exigió, llorando, que hiciese algo para detener a Pam de una vez, ya que se había enterado aquella misma mañana según me explicó, de que su esposo también se relacionaba con aquella ‘bruja’ -dijo textualmente. Tuve que salir de mi despacho y llevarle una tila. La tranquilice y le asegure que no había nada de verdad respecto a su marido, le dije que estaba informado de todas las andanzas de mi empleada y que se veía con otra persona que yo no estaba autorizado a mencionar, pero que no era su esposo.
Al día siguiente, viernes, tenía que llegar un furgón blindado con suficiente dinero como para poder perderse durante bastante tiempo por el mundo. Muy pocas personas sabían de esta entrega, tres de mis empleados -entre ellos Pam-, y yo.
Poco después de haber sido descargado el furgón, alguien hizo sonar la alarma y organizó un gran revuelo en todo el banco. Y así se hizo todo, el dinero dejó un momento de ser vigilado y desapareció. Cuando poco después llegó la policía ya no encontraron nada.
Pam no dejó de estar visible aquella tarde, había salido un cuarto de hora antes y en un momento ya estaba, vestida y dispuesta, en el pub de costumbre con Joe.
En cuanto la policía se enteró del carácter confidencial del furgón, apareció por el banco el detective Barrow, de la oficina central de policía, y se puso a hacer preguntas a todo el personal, e incluso a mí, no podía creer que sospechasen de mí también.
Por cierto, aún no me he presentado, yo soy Edward Cramer, el director del banco y, a veces, el jefe de personal porque Criss, la verdadera jefa de personal, nunca estaba cuando se la necesitaba.
La policía siguió haciendo preguntas y más preguntas durante un par de semanas, hasta que todos quedamos hasta las narices del tal Barrow, entonces nos dejaron en paz y nos aseguraron que encontrarían el botín.
Y esto es todo lo que tengo que decir. Atentamente,
Edward Cramer

domingo, 31 de agosto de 2008

¡En marcha!

Adelante con este nuevo blog, en él, como indica el subtítulo, pretendo "realizar el pequeño sueño de compartir lo que siento, desde el corazón, la poesía y la magia de las palabras". Este sueño comenzó en abril de 2007 en http://javimat2000.spaces.live.com/, aunque no pude darle la continuidad que pretendía, al menos sirvió de acicate para comenzar a practicar el noble y arduo arte de la escritura.
Ahora, con un planteamiento algo más estable y con los nuevos recursos que ofrece blogspot, pretendo actualizar más frecuentemente con nuevos textos escritos por mí y con propuestas sobre aprender a escribir.
Lleno de ilusión recomienzo esta andadura. Será bienvenido/a quien quiera compartir este camino y, por supuesto, podemos compartir puntos de vista con quien disfrute escribiendo, como yo. Para eso están los comentarios.

viernes, 1 de agosto de 2008

Leído: El secreto de if

Terminado ya el libro "El secreto de if". Ciertamente me ha parecido interesante, describe un mundo fantástico con bastantes puntos de originalidad. Es un libro orientado a un público infantil, así que es normal que no desarrolle más en profundidad los personajes, que es lo que yo prefiero en cualquier historia (Laura Gallego lo sabe hacer muy bien incluso en sus obras más infantiles).
La trama es un tanto predecible cuando llegas a la mitad. La anciana-quizá-bruja que aparece al principio deja con la sensación de que encierra más secretos de los que parecen. Aunque el sirviente de palacio que aparece desde el principio, con su pasado de ladrón, llama la atención cuando conoces sus auténticas motivaciones; en este personaje los autores han querido evitar clichés, que siempre se agradece.
Me ha faltado algo más de "viaje interior" (que no es que lo diga yo, sino que es un elemento casi necesario del género de novelas de aventuras). Los protagonistas son muy buenos, nobles y valerosos desde el principio hasta el final.
En suma, la historia vale la pena leerla, aunque como ganadora del premio El Barco de Vapor yo me esperaba un poquitín más (recuerdo ahora Finis Mundi y La leyenda del Rey Errante...). Por otro lado , también da esperanzas a quien quiera presentarse al certamen de este año (Por cierto, que el plazo de entrega de originales se cierra el próximo 15 de octubre). ¡Ánimo a todos!

jueves, 31 de julio de 2008

Leyendo: "El secreto de if"


Acabado "Un mundo feliz" de Aldous Huxley, emprendo ahora la lectura de "El secreto de if", de Ana Alonso y Javier Pelegrín, ganador de este año 2008 del prestigioso premio el Barco de Vapor.
Por ahora se ve interesante, aunque en ciertos aspectos la trama es algo predecible. Cuando lo termine comentaré algo.

domingo, 27 de julio de 2008

Leyendo...


Un nuevo apartado para el blog mientras transcurre el verano y nos preparamos para el lanzamiento oficial: los libros que voy leyendo. Descubriréis que van a ser variados, y que no siempre voy a tener todo el tiempo que desearía para ellos. Menos mal que el verano da más de sí. Ahora mismo estoy leyendo Un mundo feliz, de Aldous Huxley, y en espera tengo El secreto de if, de Ana Alonso y Javier Pelegerín, ganador de este año del premio "El barco de vapor".

sábado, 12 de julio de 2008

Próximamente... | Coming soon...

Próximamente abriré este nuevo blog, heredero de http://javimat2000.spaces.live.com

El 1 de septiembre, más noticias.